El Zurdo



Yo nací en Caracas en el año 1948 y soy carpintero de profesión. Me interesa mi trabajo, y todavía estoy trabajando, primero, porque con la jubilación no me alcanza, y segundo, porque así estoy fuera de casa y no tengo de aguantar a mi esposa, que es una ladilla. Como jode. Siempre dice que le falta plata, pero yo estoy trayendo dinero para la casa y con sus compras locas eso se hace sal y agua. Pero ya no me voy a divorciar porque la bruja se va a quedar con la casa, y no tengo adonde ir. Así que me tomo mis cervecitas y  a veces voy al Bingo o a jugar unos caballitos, pero nada grave, claro. Soy un tipo responsable y serio. Pregúntenlo a cualquiera que me conoce. Le dirán que El Zurdo es un tipo chévere, de confiar. Pregúntenle a Paco que siempre me pide plata prestada y también ayudo a varios amigos que tengo, cuando me lo piden, claro.
Antes yo iba a misa, porque era una costumbre que yo tenía desde la infancia. Además, me hacía sentir como una emoción, yo que sé, cuando el cura cantaba y todos lo seguían. Yo sentía una unión con la gente, me gustaba ir. Estaba orgulloso de ser carpintero porque Jesús era carpintero. Pero hace diez años atrás perdí a mi único hijo. Lo atropelló un carro. Tenía sólo dieciséis años. Ahora estoy un poco enojado con Dios. Desde que se llevó a Miguelito, no he ido más a la Iglesia, y no creo que vaya por voluntad propia. Creo que Dios me ha fallado.
Mi esposa ha tenido varias pérdidas, y fue un embarazo difícil. Pero Miguelito era un sol. La verdad que me cuesta hablar de eso, pero creo que él era lo único importante para mí. Mi mujer no me importa. Es una loca. Siempre me hace la misma comida y ya hace tiempo que no tenemos nada. No es cariñosa. Así que tengo una amiguita por ahí, la ayudo con sus gastos. A veces me quedo a dormir con ella. Pero eso no sucede muy seguido, sino la cuaima se pone pesada.
Creo que mi problema es que no me interesa nada. Yo vivo pero es como si estuviera soñando. Los días pasan, y me voy haciendo cada vez más viejo, siento como un pesar en el pecho, es como si tuviera una plancha de acero sobre mí, fría y rígida. Estoy atrapado, pero no me gusta pensar en eso. Cuando veo a mis amigos, ellos están más jodidos que yo. Yo por lo menos tengo una casa, y nunca me ha faltado trabajo, gracias a Dios. Me gusta hacer muebles, gabinetes, soy meticuloso, mi trabajo me enorgullece. Pero tampoco para tanto como para estar demasiado pendiente. Ya estoy viejo y no tengo tanta energía como antes. A veces me gusta llevarme cosas pequeñas, sin que la gente se dé cuenta. Me llevo bolígrafos, mariqueritas. Dinero no agarro, no, no. Yo gano bien con mi trabajo. Pero entonces cuando me doy cuenta que ese bolígrafo me lo agarré, lo boto, me da asco.
Fumo mucho. A veces me da un poco de tos. También tengo problemas con el hígado. Los ojos los tengo lechosos, y tengo como un sarpullido en la piel, pero la verdad es que no se nota mucho. Sólo que a veces me pica y me arde, y me rasco y se pone peor. Al médico no voy ni loco. Son todos unos cuerdas de ladrones hijos de puta. A Miguelito me lo ruletearon por varios Hospitales, él estaba todavía vivo cuando llegó la ambulancia. Porque no tenía seguro. Así pasan las cosas.
Pero bueno, ya no quiero hablar más de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario